Para los niños del Amazonas, el bosque es en gran parte su hogar, igual que la choza en la que comen y duermen. Conocen el bosque y se sienten a gusto vagando por ahí, sin respeto por las serpientes, los animales salvajes y las arañas venenosas.

Este vasto mundo de bosque y ríos es el hogar de una gran diversidad de culturas que se derivan de dos grupos principales: los indios nativos descendientes de las tribus que originalmente habitaron el bosque de lluvias y los primeros pobladores que llegaron cuando los exploradores se toparon con esa selva aparentemente interminable.

Un niño que se cría en el Amazonas experimenta una vida diferente que otro que crece en la sociedad occidental. El niño o niña aprende a remar una canoa socavada en un tronco en lugar de andar en bicicleta. Un niño pudiera tener un perico o una boa como mascotas, mientras que el perro lo utilizan los adultos para la caza en el bosque. El arroz y el pescado están siempre presentes en la mesa. Los hombres trabajan en la construcción de casa y canoas, cuidan las cosechas, cazan y pescan, mientras que las mujeres cuidan a los niños, cocinan y hace labores domésticas.

Las formas tradicionales de vida entre la gente del Amazonas se están perdiendo gradualmente a medida que las culturas indígenas son asimiladas por la cultura dominante de habla española o portuguesa.